viernes, 11 de diciembre de 2015

Un sueño hecho realidad



Si bien, siempre esbelta y algo altanera; esta vez, sentada y, sus rodillas tocándose entre sí, pies hacia atrás separados y flanqueando ambos las patas delanteras de la silla, espalda hacia adelante  y manos apoyadas sobre ambas rodillas; su cabeza algo inclinada, como no queriendo afrontar el horizonte,  proyectaba su mirada a no sé qué punto o costado del piso quizás; pero…, mirada fija y perdida, mirada sin ver; qué más da, ella y su desconsuelo, diría, ella y su regresión…   
Con cautela y quizás con cierta ternura, de atrás apoyé mi mano derecha sobre su hombro también derecho; y cerrando mis ojos la amarré lentamente y de apoco la fui soltando, como ella fue soltando sus lágrimas para terminar sollozando.
Y sí…, la tarde anterior su amiga me había contado que no creía que esta vez el papá de Chabela sobreviviría.                                                                                                                              

Cuando entré a la sala fúnebre, nos abrazamos una eternidad; y más desahogados ya, deslicé suavemente mis dedos sobre sus mejillas, mientras un frío intenso invadía mi espalda al mismo tiempo que mi piel gallina me delataba; la puta que sueño de mierda…!

Ramón H. Alvarez 

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